stylinultra.com

The creation of a single movement is a symphony of precision. Watchmakers, often working with tools and techniques honed over generations, assemble hundreds of tiny components, some no thicker than a human hair. They must ensure that the mainspring delivers energy consistently, that the gear train transmits this power efficiently, and that the balance wheel—the heart of the watch—oscillates at a perfectly stable frequency, often 28,800 vibrations per hour. This "tick-tock" is the pulse of the watch, a mesmerizing dance of physics that turns the abstract concept of time into a measurable, mechanical reality.

High-end manufactures distinguish themselves through the finishing of these movements, a practice known as établissage and finissage. Bridges and plates are adorned with Côtes de Genève, a wave-like pattern that catches the light. Screw heads are polished to a mirror shine. Beveled edges are hand-chamfered to a perfect 45-degree angle.

Emocionante foto de una tatarabuela con su tataranieto

La emocionante foto de una tatarabuela con su tataranieto que acumula millones de ‘me gusta’ en Facebook

 

El ciclo de la vida, en una sola imagen. Así se podría titular la escena que protagonizan una tataraabuela de 101 años sosteniendo en brazos a su tataranieto, de apenas unas semanas de vida.

La foto, que ha sido publicada en el blog Life of Dad, ha sido compartida en Facebook y lleva más de dos millones y medio de ‘me gusta’, más de 30.000 comentarios y unos 77.000 compartidos. Unos números estratosféricos.  Además, ha iniciado un curioso movimiento en el que otros usuarios están compartiendo imágenes de lo miembros más ancianos de sus familias llevando en brazos a los más jóvenes.

Life of Dad 101 años de diferencia
Life of Dad 101 años de diferencia

Los responsables de Life of dad están alucinados por la respuesta que ha  tenido la instantánea: “es realmente increíble”, explican al Daily Mail, “deberiamos organizar una reunión de mayores de cien años con sus tataranietos”.

Otra foto subida al Facebook de Life is dad muestra a una mujer de 101 años de Ohio (Estados Unidos) llamada Helen Willaman sosteniendo a su tataranieto, un bebé del que no se conoce el nombre, solo que su madre se llamada Amanda Garber.

Helen Willaman y el bebé de Amanda: 100 años de diferencia.
Helen Willaman y el bebé de Amanda: 100 años de diferencia.

Garber ha declarado en Today que “mi hijo y su tatarabuela se llevan 101 años de diferencia. Para mí es una bendición tenerla en nuestras vidas”.

Pero a pesar de la enorme cantidad de años que los separa, no es la pareja ‘bebé-tatarabuela’ más polarizada. El honor puede que se lo lleven los familiares de Breean Ferreira, que ha subido al Facebook de Life is Dad una foto de una mujer de 113 años de edad junto con un pequeñín de tan solo un año.

Los familiares de Breean Ferreira: 112 años de diferencia
Los familiares de Breean Ferreira: 112 años de diferencia

Una abuela llamada Laura Kayizzi también se ha animado a compartir una foto de su recientemente fallecida abuela, de 100 años junto al que es su propio nieto, junto con el consejo que siempre le dio en vida: “Quiere a los bebés todo lo que puedas, porque crecen muy rápido”.

Los familiares de Laura Kayizzi: 99 años de diferencia
Los familiares de Laura Kayizzi: 99 años de diferencia
Ayúdanos y comparte esta página
Resumen de privacidad

La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

stylinultra.com

The creation of a single movement is a symphony of precision. Watchmakers, often working with tools and techniques honed over generations, assemble hundreds of tiny components, some no thicker than a human hair. They must ensure that the mainspring delivers energy consistently, that the gear train transmits this power efficiently, and that the balance wheel—the heart of the watch—oscillates at a perfectly stable frequency, often 28,800 vibrations per hour. This "tick-tock" is the pulse of the watch, a mesmerizing dance of physics that turns the abstract concept of time into a measurable, mechanical reality.

High-end manufactures distinguish themselves through the finishing of these movements, a practice known as établissage and finissage. Bridges and plates are adorned with Côtes de Genève, a wave-like pattern that catches the light. Screw heads are polished to a mirror shine. Beveled edges are hand-chamfered to a perfect 45-degree angle.